CAZAFANTASMAS
  PREMONICIONES
 

PREMONICIONES



Debemos distinguir una extraordinaria variable en las premoniciones. Ésta se presenta y se explica cuando lo que se menciona sucede en el breve corte de tiempo. Si el suceso se presenta a través del tiempo, se trata de una profecía. Pero ambas son exactamente lo mismo. Es decir, ver y mencionar algo que está en el futuro y no pueden conocerse antecedentes claros del suceso.

Quien no ha vivido algo semejante, lo desconocerá y descalificará. El que vive un suceso que está en el futuro y sucede tal cual él lo captó, queda desconcertado. ¿Cómo puede conocerse algo que aún no ha sucedido? Sólo esbozaré una tibia hipótesis. Físicos y matemáticos aceptan como algo veraz un número de hasta diez dimensiones. Imposibles de aceptar sin estar imbuido en el mundo científico. Basta sólo mencionar una cuarta dimensión, aquella en la cual el tiempo no existe. ¿No será una contaminación de una cuarta dimensión en la nuestra, la tercera? Aquella que aún no podemos dominar, ya que el mundo está convertido en un caos y no podemos vivir adecuadamente en una dimensión tercera, donde cada cual saca su ventaja, ya sea económica, política o social. Sinceramente, creo, al igual que Isabel Allende, que somos seres multidimensionales y que aquellas personas que pueden predecir el futuro son evidentemente personas susceptibles a asomarse a esta cuarta dimensión, donde el tiempo no existe y pasado, presente y futuro carecen de límites, de tal modo que el futuro está en el presente, al igual que el pasado. No es que nosotros hayamos hecho esta diferencia, es nuestro mundo el que nos ha marcado en esta condición. Son innumerables las personas que ven el futuro en esta dimensión, donde no existe la división entre el futuro y el presente. Y para muestra, un botón, o mejor unos botones.

Es un hecho ya conocido que el autor Morgan Robertson haya escrito un libro de fantasía llamado "Futility", donde describe a un moderno transatlántico que navega entre Londres y Nueva York y al que da por nombre Titán. El 12 de abril de 1912, se hundió el Titanic, siguiendo las indicaciones dadas por Robertson, cual si fuera el guión de una película. Ambas naves, Titán y Titanic, tenían las mismas dimensiones, las mismas capacidades, las mismas dotaciones, las mismas chimeneas. En suma, eran exactamente iguales, y se hundieron ambas en la misma latitud, al chocar con un iceberg. Todo esto fue escrito antes de que el Titanic fuera lanzado al mar. Era, a no dudar, una novela de ficción, pero profética o premonitoria. ¿Qué sucedió en la mente del novelista? Él no lo sabe, pero sin duda un ingreso mental a otra dimensión. Una contaminación de una cuarta en una tercera.

Lo mismo sucedió al obispo Lanyi, al soñar que recibía una nota enlutada del archiduque Francisco Fernando anunciando su muerte, y que fue el prolegómano de la I Guerra Mundial. O la de Edward Samson, que publica anticipadamente en el Boston Globe la erupción del volcán Pralape, nombre primero que tuvo el Krakatoa, entre Java y Sumatra, y que significó una verdadera catástrofe.

El 10 de marzo de 1950, estaba citado el coro de una iglesia para ensayar unos cánticos, pero cada cual de los componentes tuvo un impedimento para llegar al ensayo. El pastor esperaba a su esposa, dos personas tuvieron pannes en sus automóviles, una niña se atrasó en sus tareas escolares, otra persona se entretuvo en un programa de radio y olvidó la cita, una mamá se quedó dormida. En suma, nadie llegó a la reunión. ¿Y qué pasó en la iglesia? Un escape de gas la destruyó a la hora en que todos debían estar en ella. El caso sucedió en Beatrice, Nebraska, Estados Unidos. Se realizó una película al respecto, tan insólita fue la situación. ¿Fue sólo el azar? ¿O un anuncio divino? El azar es imposible, ya que comprometió a todos los componentes del coro, inclusive al pastor.

Y así siguen los casos, y sólo me he referido a los que han significado catástrofes históricas. Si vamos a fijarnos en aquellos casos en los cuales representen situaciones personales, completaríamos miles.

Como que algo flota en el ambiente antes de una tragedia y que hace que algunas personas intuyan el peligro. Cada cual recordará algún caso de salvadas providenciales y en ellas algo ha sucedido que la persona ha eludido una situación que, de ningún modo, representaba un peligro para los sujetos. Quienes profesen una religión, aducirán al mensaje de su Dios. Quienes no se adscriban a una fe, quedarán aturdidos por los hechos y no sabrán a quién aludir la salvada.

De Nostradamus mejor no hablar, ya que es de todos conocidos. Sus aciertos proféticos son de antología y no sólo los de él. Hay un sinnúmero de profetas que han logrado aciertos imposibles.

Pero no sólo se cuentan aquellos que están en el futuro, los hay también los que están en el pasado y son completamente desconocidos. Y las escenas se han presentado con toda la parafernalia con que se desarrollaron. No es mi afán cansar a los lectores y sólo recordaré una que ha marcado a fuego. Esto es la visión del pasado.

Sucedió a principios del pasado siglo a dos damas inglesas, maestras ambas, Carol Moberly y Emily Jourdin. Las dos habían llegado a París y visitaban el palacio de Versalles. Al no encontrar a un guía que les condujera, decidieron hacerlo sin ayuda alguna. Sentían una cierta quietud en el ambiente. De pronto, se encontraron con personajes vestidos a la usanza del siglo XVIII. Pensaron ambas que se representaba una obra, pero les extrañó que los personajes no repararan en la presencia de las maestras. Ellas se veían en medio de estos extraños personajes. Muy impactadas, se decidieron a escribir sus impresiones para poder cotejarlas. Terminaron muy impactadas su recorrido y ambas eran coincidentes y no reflejaban errores. Conversaron con amigos que iban en el tour, historiadores, nadie pudo aceptar lo que decían. Todos atribuían a una alucinación colectiva. Pero todos aceptaban los detalles de la "alucinación". Muy extrañadas, decidieron volver al palacio y hablar con los guardias. No existía representación alguna y lo que ellas habían visto y oído no había sucedido. Ambas habían sido testigos de un remoto pasado. Las escenas vividas estaban perdidas en el tiempo. Nada de lo que ellas habían presenciado estaba en el presente.

Y estas escenas del pasado han sido vistas y vividas en varias oportunidades y en alguna crónica futura quizás las recordaremos. Más desconcertante que las premoniciones o las profecías. Esto nos hace pensar que lo que desconocemos es mucho más amplio que lo que conocemos. Y no sin razón ese Premio Nobel de Literatura publicó un libro que llevó por título "El hombre, un desconocido".

 
   
 
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